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Desde las sombras del lenguaje y el saber,
nace un sujeto - enojo, fértil y abismal. Eco de deseos no resueltos y
gritos silenciosos en la cámara del no-ser-siendo.
El sujeto - enojo, signo del no querer aún anhelado amor,
como el infante frente al Otro,
demanda desde un lugar desconocido,
tejiendo en palabras de red, lo no dicho - extenso a su cuerpo.
No es meramente reacción, es revelación,
un saber que habita las profundidades del espejo,
como un síntoma(do) que aún el más plebeyo de los analistas decodificaría,
sabiendo que en cada malestar,
habita una verdad silenciosa y demás oculta.
Es el sujeto-enojo hace ya su travesía, viaje hacia la profundidad oscuridad,
donde cada grito es un signo,
y cada signo, una ruta hacia la mirada de la “otredad”.
Un desafío al discurso imperante,
la voz que rompe el silencio de lo fue un día establecido por la fuerza de la ley.
En cada chispa de “sujeto -ira,” una oportunidad,
para el vasayo, un portal,
para el poeta, una inspiración.
Ambos buscando en el tumulto de las emociones,
el origen del síntoma, el llamado del deseo que so es sino de Otro.
Así, el sujeto-enojo se convierte en arte,
en la exploración de la condición humana,
una danza entre lo que somos y lo que ocultamos,
entre el lenguaje y su eterna sed de significantes y significados.
ByOs
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