Estructura topológica del sujeto: entre el ser, la pulsión y el fantasma
- Dr. Oliver Salas
- 26 abr
- 2 Min. de lectura
⭕️

El esquema presentado articula una lógica que atraviesa simultáneamente la teoría lacaniana del sujeto, la repetición freudiana y la ontología del ser de Heidegger.
Lo que aquí se expone no es simplemente una superposición de registros, sino la construcción formal de una estructura clínica y lógica del ser hablante, organizada según coordenadas simbólicas, topológicas y temporales.
En el eje vertical (S / a) se sitúa la escisión del sujeto, dividido entre el significante que lo representa (S) y el objeto a que lo causa. Esta operación no representa una oposición dialéctica, sino un cociente estructural: el sujeto es esa división, un efecto del significante y un resto no simbolizable, lo que Lacan formalizó como el sujeto barrado ($).
En el eje horizontal (a → a′) se traza el automatismo de repetición (Wiederholungszwang), donde la pulsión retorna sobre el cuerpo, no como identidad, sino como insistencia del goce. Aquí no hay retorno de lo mismo, sino retorno de lo imposible: el objeto transformado (a′) marca la imposibilidad de suturar el circuito del deseo.
Ambos ejes se intersectan en una zona central, una esfera de mediación B³, que contiene una superficie de goce H²a. Es ahí donde se sitúa la fórmula estructural del fantasma:
($ ◊ a) ∈ H²a ⊂ B³
El fantasma articula, sostiene y enmascara la relación del sujeto con su goce. Es la escena virtual que permite al sujeto soportar la hiancia entre significante y cuerpo. Este montaje no se despliega en el plano plano de la significación, sino en un espacio curvado, un espacio topológico donde el deseo, la repetición y el síntoma se anudan sin cierre.
Desde el campo del discurso, esta estructura se sostiene por la cadena
S1 → S2, el vector simbólico que organiza la transmisión del saber y el lugar del Otro. Pero este saber es siempre parcial, encubridor de la falla, incapaz de dar cuenta del goce que excede al sentido.
La “palabra plena” (mensaje del Otro) y la “palabra vacía” (discurso del amo) delinean los bordes de esta estructura, marcando las zonas donde el sujeto se aliena o se enuncia.
En la base de esta arquitectura aparece la referencia a Heidegger, cuya formulación sobre el ser en el tiempo complementa la construcción lacaniana:
“El ser está determinado por un espacio-tiempo. El ser se comprende por su historia o sucesos que le han acontecido (historicidad); por tanto, el ser se encuentra en el tiempo.”
Aquí, Lacan y Heidegger se intersectan: el sujeto del inconsciente es también sujeto de la historia, no como relato lineal, sino como retorno estructurado por el significante, por una repetición que no cesa de no escribirse.
El sujeto se encuentra en el tiempo no como presencia, sino como efecto de un corte, de una interrupción que el fantasma organiza.
En suma, el grafo que aquí se presenta puede sintetizarse en la fórmula:
(S / a) × (a → a′) / (S1 → S2) → ($ ◊ a) ∈ H²a ⊂ B³
Esta fórmula no es algebra abstracta: es la escritura del ser hablante atravesado por el lenguaje, por el goce, por el deseo y por la historia. Y como tal, estructura toda posición clínica, ética y política del psicoanálisis.

ByOs
Comments