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S-20 *EnCoRe* 09 de Enero de 1973

09 de enero de 1973, Registro de sesiones Bueno, voy a desearles un feliz año nuevo. Aún no es completamente la hora... Me abstendré de hacer comentarios sobre estos... estos deseos que, después de todo, podríamos considerar como vagos. Y luego, entraré lentamente en lo que les he preparado para hoy, lo cual es un riesgo para mí, como verán, o quizás no lo vean - quién sabe? - de todos modos, antes de empezar, me parece peligroso. Para poner un título así, lo que les voy a decir estará centrado - ya que en definitiva se trata aún de algo que es el discurso analítico - se trata de cómo, en este discurso, debemos situar la función de lo escrito.


Obviamente, hay en esto una anécdota, es que un día escribí en la página de un recopilatorio que estaba lanzando - lo que llamé -  « la poubellication » encontré nada mejor para escribir, en la página de la cubierta de este recopilatorio, que la palabra "Écrits". Estos "Écrits" son bastante conocidos - digamos - que no se leen fácilmente. Puedo confesarles, así, una pequeña revelación autobiográfica, es que - al escribir "Écrits" - era precisamente eso lo que pensaba.


Podría ir incluso más allá: pensé que no estaban para leerse. En todo caso, es un buen comienzo. Por supuesto que "la carta se lee". Parece incluso que está hecho así en la continuación de la palabra: "se lee" y "literalmente". Pero precisamente puede que no sea lo mismo "leer una carta" o "leer".


Para introducir esto de una manera que sea ilustrativa, no voy a partir inmediatamente del discurso analítico. Sin embargo, es evidente que en el discurso analítico solo se trata de eso, de lo que se lee, de lo que se lee más allá de lo que ustedes han inducido al sujeto a decir, lo cual es - como señalé, creo, la última vez - que no es tanto decirlo todo, como decir cualquier cosa, y he llevado esto más allá: no dudar - porque es la regla - no dudar en decir lo que he introducido este año como siendo esencial en el discurso analítico, decir tonterías.


Naturalmente, esto supone que desarrollamos esta dimensión, y esto no puede hacerse sin decirlo. ¿Qué es la dimensión de la tontería? La tontería, al menos la que se puede pronunciar, es que la tontería no va lejos: en el discurso, el discurso común, se queda corta. Eso es, por supuesto, algo de lo que, si puedo decirlo, me aseguro cuando hago esa cosa que nunca hago sin temblar, a saber, de volver a lo que - en su tiempo - he pronunciado. Siempre me da un miedo terrible, el miedo precisamente de haber dicho tonterías, es decir, algo que, debido a lo que ahora propongo, podría considerar como no sostenible.


Gracias a alguien que ha retomado este seminario anunciado, el primero de la Escuela Normal [E.N.S. Ulm, seminario 1964: Los cuatro conceptos fundamentales..., Seuil 1973] que pronto será publicado, he podido tener - lo que no me ocurre a menudo ya que como les digo yo mismo evito el riesgo - he podido tener la sensación, que a veces experimento en la prueba, de que lo que en ese año, por ejemplo, avancé, no era tan tonto, no lo era al menos tanto como para haberme permitido avanzar otras cosas, de las cuales me parece - porque ahora estoy en ello - que se sostienen.


Sin embargo, ese "releerse" representa una dimensión, una dimensión que debe ser situada propiamente en lo que es - en términos del discurso analítico - la función de lo que se lee. El discurso analítico tiene en este sentido un privilegio. Me parece difícil, y es de ahí de donde partí, en lo que me ha hecho fecha "de lo que enseño", como me he expresado, que quizás no quiera decir exactamente lo que parecía enunciar, es decir, poner el énfasis en el "yo", es decir, en lo que puedo pronunciar, pero quizás también de poner el énfasis en el "de", es decir, de dónde viene, una enseñanza de la cual soy el efecto. Desde entonces, he puesto el énfasis en lo que he fundado de una articulación precisa, la que se escribe precisamente, se escribe en el pizarrón de 4 letras, de 2 barras y de algunos trazos - nombradamente 5 - que conectan cada una de estas letras. Una de estas barras [trazos] - ya que hay 4 [letras], debería haber 6: 6 barras [trazos] - falta una de estas barras.



Este modo de escribirse, que llamo discurso analítico, es parte de un recordatorio, un recordatorio inicial, un primer recordatorio: es saber que el discurso analítico es este modo de relación nuevo que solo se ha fundado de lo que funciona como palabra, y esto, en algo que podemos definir como un campo. [la función de la palabra en el discurso analítico conduce a la producción de S1, de significantes de la «tontería», portadores de ningún mensaje, de ningún significado, de ningún sentido, pero es en sus «sin sentidos», los del síntoma, del lapsus, del sueño... donde se encuentran sus significaciones de goce → en una escritura para descifrar.


La función del lenguaje remite a la lingüística, al acoplamiento significante/significado, con el significante como soporte del rasgo distintivo (fonema), y el significado como mensaje.] Función y campo -escribí precisamente- de la palabra y del lenguaje - he terminado: en psicoanálisis, lo que era designar, designar lo que hace la originalidad de un cierto discurso [A] que no es homogéneo a un cierto número de otros [discursos H,U,M] que hacen oficio 35 , y que solo por este hecho vamos a distinguir de ser discursos oficiales.


[los discursos H,U,M «hacen oficio», ocupan el lugar de posibilidad de una relación sexual limitada al goce fálico, en el lugar, en lugar de «la falla» (imposibilidad de la relación sexual) que intentan colmar] Se trata hasta cierto punto de discernir cuál es el oficio del discurso analítico, y de hacerlo también, si no oficial, al menos oficiante.


Es en este discurso, tal como está en su función y su oficio que se trata de cercar - es hoy el camino que tomo - lo que puede este discurso revelar de la situación muy particular de lo escrito en cuanto a lo que es del lenguaje. Es una cuestión que está muy al orden del día, si puedo expresarme así. No obstante, no es a este punto de actualidad al que quisiera llegar inmediatamente. Particularmente pretendo precisar cuál puede ser - si es específica - cuál puede ser la función de lo escrito en el discurso analítico.



Cada uno sabe que he producido, avanzado, el uso - para permitir explicar las funciones de este discurso [función de la palabra y función del lenguaje en su relación con la función de lo escrito] de un cierto número de letras. Muy específicamente para reescribirlas, reescribirlas en el pizarrón:


  • la a que llamo "objeto", pero que, sin embargo, no es más que una letra,

  • la A que hago funcionar en lo que, de la proposición, solo ha tomado forma escrita, es producción de la lógico-matemática o de la matemático-lógica como quieras nombrarlo. Este A no lo he hecho al azar, lo designo como lo que primero es un lugar, un espacio. He dicho: el lugar del Otro, como tal designado por una letra. ¿En qué puede una letra servir para designar un lugar? Es claro que hay aquí algo abusivo y que cuando abres por ejemplo la primera página de lo que finalmente se ha reunido bajo la forma de una edición definitiva bajo el título de la teoría de conjuntos, y bajo la autoría de autores ficticios que se denominan con el nombre de Nicolas Bourbaki, lo que ves es la puesta en juego de un cierto número de signos lógicos.


Aquí, Jacques Lacan destaca cómo emplea letras específicas como herramientas simbólicas en su teoría para representar conceptos complejos dentro del discurso psicoanalítico. La A representa el lugar del Otro, un concepto central en su enseñanza, que esencialmente se refiere a la dimensión simbólica donde el sujeto encuentra las estructuras del lenguaje y la ley. La utilización de la letra como un marcador de lugar es una técnica que subraya la naturaleza abstracta y a veces arbitraria de cómo se pueden asignar significados dentro de la teoría psicoanalítica.



[El analizante: el sujeto S que por su palabra (tachada por lo tanto) ocupa el lugar del Otro: A, tachado por el "no-todo", el significante de la falta primordial: S(A) / ]


Estos signos lógicos precisamente designan - en particular uno de ellos - la función "lugar" como tal. Este signo lógico está designado en la escritura por un pequeño cuadrado: □. Así que no he hecho, en principio, un uso estricto de la letra cuando dije que el lugar del Otro se simboliza por la letra A. Por el contrario, lo he marcado duplicándolo con este S que aquí significa significante, significante del A en tanto que está tachado: S(A).


Con esto he articulado en la escritura, en la letra, algo que añade una dimensión a este lugar del A, y muy precisamente mostrando que como lugar no se sostiene: que hay en este lugar, en este lugar designado del Otro, una falla, un agujero, un lugar de pérdida [→S(A) especifica la función de la palabra] [→S(A) spécifie la fonction de la parole] y es precisamente de lo que a nivel del objeto(a) viene a funcionar respecto de esta pérdida, que algo es avanzado como absolutamente esencial a la función del lenguaje - [→ a spécifie la fonction du langage]


[→ a especifica la función del lenguaje] También he usado esta letra: Φ, hablo de lo que he introducido que funciona como letra, que introduce como tal una nueva dimensión [el Φ como más allá de S1 significante asémantico, en cuanto Φ se ha escrito]. [le Φ comme l’au-delà de S1 signifiant asémantique, en ce que Φ s’est écrit].


He utilizado... el distinguido [el Φ] de la función solo significante que se promovió en la teoría analítica hasta ahora, del término del falo ...he avanzado Φ como constituyente de algo original, algo que especifico aquí hoy, que se precisa en su relieve por la escritura misma. [→ Φ especifica la función del escrito]




[el trayecto del discurso A descrito, «repite» un trayecto fundacional: de un goce del Otro que ha dejado una huella, que se ha inscrito, que se ha escrito en Φ:] 35 Hacer oficio: ocupar lugar, hacer función. el sujeto toma prestado del lenguaje (: ha prohibido) y compromete su cuerpo en un discurso, para intentar "colmatar" la falla del Otro (S(A)) y resucitar algo que se escriba, pero la función de la palabra no lleva al analizante más que a producir "enjambres" de S1, significantes asémanticos (que - más allá - designan Φ) impotentes para unirse a S2, → sin nuevo goce del Otro → sin nueva escritura (→ lo que no cesa de no escribirse) → cambios de discurso, luego nueva impotencia→ ronda de discursos]


Es una letra [Φ] cuya función se distingue de las otras, y de hecho es por eso que estas tres letras son diferentes: no tienen la misma función, como ya podrían haber sentido de lo que inicialmente enuncié sobre S(A) y sobre a.


Ella es [Φ] de una función diferente y sin embargo sigue siendo una letra.

Es precisamente mostrar la relación, que de lo que estas letras introducen en la función del significante, de lo que hoy se trata de discernir lo que nosotros podemos - al retomar el hilo del discurso analítico - avanzar.


– ["a" como letra especifica la función del lenguaje (→ el fantasma),

– S(A /) como letra especifica la función de la palabra (→ goce del Otro),

– Φ como letra especifica la función de lo escrito (→ lo que cesa de no escribirse)]


Propongo, propongo esto, es que consideren lo escrito como no siendo en absoluto del mismo registro, de la misma estofa, si me permiten esta clase de expresiones que pueden tener bien su utilidad, que lo que se llama "el significante". El significante es una dimensión que ha sido introducida desde la lingüística - es decir, de algo que, en el campo donde se produce la palabra, no es evidente - un discurso lo sostiene, que es el discurso científico.



Un cierto orden de disociación, de división, es introducido por la lingüística gracias a lo cual se funda la distinción de lo que parece, sin embargo, evidente, es que cuando se habla eso significa, eso comporta un significado. Además, hasta cierto punto, eso solo se sostiene por la función de significación.


[El "significante de la lingüística" está siempre ahí para significar un mensaje, para traducir un "pensamiento" → muy diferente del "significante sin significado" del discurso A.


El "significante de la lingüística" pertenece al discurso H (científico): produce un saber de certeza (S1/S2 contingente)-(S1/S2 contingent), pero para ello debe cortarse de su verdad: a]


Introducir, distinguir, la dimensión del significante, es algo que solo adquiere relieve precisamente al establecer que el significante como tal, precisamente lo que ustedes escuchan, en el sentido literalmente auditivo del término [fonológico], en el momento en que aquí - y desde donde estoy, desde donde les hablo - es establecer muy precisamente esto, pero por un acto original, que lo que ustedes oyen y lo que eso significa... no tienen ninguna relación.


[en este discurso la univocidad del significado excluye lo que la palabra podría vehicular además de la "información", → excluye a (discurso científico: S → S1S2 ◊ a)]


Este es un acto que solo se instituye desde un discurso, denominado discurso científico.


Esto no es evidente. Y es tan poco evidente que lo que ustedes ven surgir de un diálogo que no es de mala pluma, puesto que es el "Cratilo" del nombrado Platón, es tan poco evidente que todo este discurso está hecho del esfuerzo de hacer que justamente esa relación, esa relación que hace que lo que se enuncia está hecho para significar y que debe tener algún tipo de relación, todo este diálogo es un intento —que podemos decir, desde donde estamos, ser desesperado— para hacer que este significante, de por sí, sea presumido querer decir algo. [el significante, porque "se parece" al mundo, permite significar el mundo: tienen una forma común. Esto en una visión cosmológica donde el mundo humano sería una especie de modelo reducido e impermanente, de un mundo más vasto y eterno]


Esta tentativa desesperada está además marcada por el fracaso, ya que es de otro discurso, pero de un discurso que comporta su dimensión original, el discurso científico, que se promueve, que se produce - y de una manera, si puedo decirlo, de la cual no hay que buscar la historia, que se produce desde la instauración misma de este discurso [científico: S → S1 → S2 ◊ a]- [scientifique : S → S1 → S2 ◊ a] que el significante solo se establece por no tener ninguna relación.


Los términos que se usan son siempre ellos mismos resbaladizos. Incluso un lingüista tan pertinente como pudo serlo... Ferdinand de Saussure, habla de arbitrariedad. Pero eso es un deslizamiento, un deslizamiento en otro discurso, el discurso del decreto, o mejor dicho el discurso del maestro para llamarlo por su nombre.


Lo arbitrario no es lo adecuado. [«no tener ninguna relación» no implica en absoluto que la relación sea arbitraria. Ferdinand de Saussure se desliza del discurso científico (sin relación) al discurso del maestro (la relación está sujeta al arbitrio del maestro). (¿a pesar de sí mismo? → cf. los 99 cuadernos de anagramas y mitografías, antes y durante el «Curso de Lingüística General»)].


Pero por otro lado, siempre debemos tener cuidado cuando desarrollamos un discurso, si queremos permanecer en su campo mismo, y no producir perpetuamente estos efectos de recaída, si puedo decirlo así, en otro discurso, debemos intentar dar a cada discurso su consistencia, y para mantener su consistencia no salir de él sino con buen juicio.


Decir que el significante es arbitrario no tiene el mismo alcance que decir simplemente que el significante no tiene relación con su efecto de significado.


Es así que en cada instante - y más que nunca en el caso en que se trata de avanzar como función, lo que es un discurso - debemos al menos cada vez, en cada instante, notar en qué nos deslizamos hacia otra referencia.


La palabra referencia en esta ocasión solo puede situarse de lo que constituye como vínculo el discurso como tal. No hay nada a lo que el significante como tal se refiera, si no es a un discurso, a un modo de funcionamiento del lenguaje, a una utilización - como vínculo - del lenguaje [función fálica].



Es necesario precisar en esta ocasión lo que significa, lo que significa "el vínculo". El vínculo -por supuesto que no podemos evitar deslizarnos inmediatamente hacia él- es un vínculo entre aquellos que hablan [cada uno de los cuatro discursos: H, U, M, A, crea un tipo de vínculo]. Y ustedes ven de inmediato a dónde vamos, a saber, que "aquellos que hablan", por supuesto no son cualquiera, son seres que estamos acostumbrados a calificar de vivos, y quizás sea muy difícil excluir de aquellos que hablan, esa dimensión que es la de la vida, a menos que nos demos cuenta de inmediato - lo que es palpable - que en el campo de aquellos que hablan, nos resulta muy difícil incorporar la función de la vida sin introducir al mismo tiempo la función de la muerte, y que de ahí resulta una ambigüedad significativa justamente, que es absolutamente radical, de lo que puede ser avanzado como siendo función de vida o bien de muerte.


[de "aquellos que hablan" ¿podemos excluir la dimensión de lo viviente? – ¿Hablan "con" el lenguaje, (cf. Aristóteles: "el hombre piensa con su alma")? – ¿O son "hablados por" el lenguaje, → son ellos la forma transitoria donde "habla" una forma eterna?]


Es totalmente claro que nada conduce de manera más directa a esto: que aquello desde donde solo la vida puede definirse, a saber, la reproducción de un cuerpo, esta función de reproducción misma no puede titularse especialmente de la vida, ni especialmente de la muerte, puesto que como tal - en tanto que esta reproducción es sexuada - como tal ella comporta ambos: vida y muerte.


[definir la vida como "la reproducción del cuerpo" no resuelve la pregunta puesto que la reproducción sexuada implica la dimensión de la muerte: el hecho de ser mortal es lo que determina la reproducción, único medio de perpetuidad - pero ¿de qué? (los seres eternos no tienen que reproducirse: cf. los debates de los "escolásticos" sobre el sexo de los ángeles)]


Pero ya solo el hecho de adentrarnos en algo que ya está en el hilo, en la corriente del discurso analítico, nosotros hemos hecho este salto, este deslizamiento que se llama "concepción del mundo", que debe sin embargo ser considerado por nosotros como lo más cómico [a falta de cósmico], es decir, que siempre debemos tener mucho cuidado en que este término "concepción del mundo" presupone él mismo un discurso totalmente diferente, que es, que forma parte de aquel de la filosofía [→ discurso del maestro], que nada después de todo está menos asegurado - si se sale del discurso filosófico - que la existencia como tal de un mundo, que no hay a menudo más que la ocasión, la ocasión de sonreír en lo que es avanzado por ejemplo del discurso analítico como comportando algo que sea del orden de tal concepción. [el discurso A, que es el de "la tontería" culmina en el S1, en el significante privado de sentido → hacer de ello "una concepción del mundo" puede prestar a sonreír (¿sonrisa de ángel?)]


Incluso iría más allá, diciendo que hasta cierto punto, también merece que sonriamos al ver utilizar un término así para designar, por ejemplo, lo que se llama "marxismo". A mi parecer, el marxismo no puede ser considerado —en ningún análisis, incluso el más superficial— como una concepción del mundo.


Por el contrario, a través de una serie de coordenadas bastante sorprendentes, del enunciado de lo que dice Marx... esto no se confunde necesariamente con la concepción del mundo marxista ...es, propiamente dicho, algo diferente, que yo llamaría más formalmente un "Evangelio", es decir, un anuncio [del griego εὐαγγέλιον: "buena nueva"], un anuncio de que algo que se llama Historia, instaura otra dimensión del discurso, en otros términos, la posibilidad de subvertir completamente la función del discurso como tal, me refiero propiamente al discurso filosófico en tanto que sobre él reposa una concepción del mundo [la del discurso del maestro].


El lenguaje resulta, por lo tanto, mucho más amplio como campo, mucho más rico en recursos que el mero hecho de ser el espacio donde pueda inscribirse un discurso que es el que, a lo largo del tiempo, se ha establecido desde el discurso filosófico [M].


No es porque nos resulte difícil no tenerlo en cuenta en absoluto... en la medida en que de este discurso


—el discurso filosófico— se enuncian ciertos puntos de referencia que son difíciles de eliminar completamente de todo uso del lenguaje ...no es por eso que debemos prescindir de él a toda costa, siempre que nos demos cuenta de que no hay nada más fácil que caer de nuevo en lo que he llamado irónicamente, incluso con un tono cómico, "concepción del mundo", lo cual tiene un nombre más moderado, mucho más preciso y que se llama ontología.


La ontología es especialmente esto que, de un cierto uso del lenguaje, ha destacado, ha producido de manera acentuada, el uso en el lenguaje de la cópula, de tal manera que ha sido aislada como significante. Detenerse en el verbo "ser", este verbo que ni siquiera es - en el campo completo de la diversidad de las lenguas - de un uso que se pueda calificar de universal, producirlo como tal es algo que implica una acentuación, una acentuación que está llena de riesgos.


Para, si se puede decir, detectarla, e incluso hasta cierto punto exorcizarla [la acentuación], quizás bastaría con avanzar que nada obliga - cuando se dice que: "lo que sea, es lo que es" - de ninguna manera este "ser" a aislarlo, a acentuarlo. Se pronuncia "es lo que es" y podría igualmente escribirse "s,e,s,k,e,c,e", que no se vería - en ese uso de la cópula - no se vería, si puedo decirlo, más que fuego. Solo se vería fuego si un discurso, que es el discurso del maestro

  • discurso del maestro que aquí también puede escribirse "m' ser" - lo que pone, lo que pone el acento en el verbo "ser".


Este es ese algo que incluso Aristóteles mira dos veces antes de avanzar, ya que respecto al ser que él opone al τό τί ἑστι [to ti esti], a la quididad, a "lo que eso es", llega hasta emplear el τό τί ἦν εἶναι [to ti ên einaï] es decir: "lo que se habría producido, si hubiera llegado a ser simplemente, lo que estaba destinado a ser" [Cf. Aristóteles, libro Zeta de las Metafísicas].


  • La expresión griega "τό τί ἑστι" (to ti esti) se traduce como "la esencia de lo que es" o "lo que algo es". Es un término filosófico utilizado por Aristóteles en su "Metafísica" para referirse a la "quididad" o esencia de una cosa, es decir, lo que hace que una cosa sea lo que es. En la filosofía aristotélica, se usa para explorar y definir la naturaleza fundamental y las propiedades definitorias de un objeto o concepto.

Y parece que allí se conserva el pedúnculo que nos permite situar de dónde surge este discurso del ser [discurso M]. Es simplemente el de "el ser a la orden", de "el ser bajo mando", "lo que iba a ser si hubieras escuchado lo que te ordeno". Toda dimensión del ser se produce desde algo que está en el hilo, en el flujo del discurso del maestro, de aquel que al proferir el significante, espera lo que es uno de sus efectos de vínculo ciertamente no negligibles, que está hecho de esto que el significante manda. El significante es primero, y de su dimensión, imperativo. [el ser se produce como plus-de-jouir cuando S1 (significante maestro) ordena a S2 (saber esclavo) y de ello resulta un ser (a): maestro → m'Ser]





¿Cómo, cómo regresar - si no es desde un discurso especial - a lo que podría avanzar sobre una realidad pre-discursiva? Esto es lo que, por supuesto, es el sueño, el sueño fundador de toda idea de conocimiento, pero lo que también debe considerarse como mítico: no existe una realidad pre-discursiva.


Cada realidad se funda y se define solo desde un discurso. Y es precisamente por eso que es importante que nos demos cuenta de qué está hecho el discurso analítico, y de no desconocer lo que sin duda solo tiene un lugar, un lugar limitado, a saber - Dios mío - que se habla de lo que el verbo "follar" enuncia perfectamente, se habla de "follar", quiero decir el verbo "to fuck", ¿no es así? [discurso A: a → S → S1: jouissance phallique del S1] y se dice que "eso no va" [porque S1◊ S2 → "eso no es", no es la jouissance esperada: la jouissance phallique no conduce a la verdad, a la jouissance del cuerpo del Otro → la "verdadera" jouissance (perdida)].


Es una parte importante de lo que se confía en el discurso analítico, y es muy preciso destacar que no es su privilegio. Es claro que en lo que he llamado hace un momento el discurso y al escribirlo casi en una sola palabra: el disco, el "disco-corriente", el disco también fuera de campo, fuera de juego de todo discurso, es decir, el disco en sí.


En lo que es, después de todo, el ángulo bajo el cual podemos considerar todo un campo del lenguaje, aquel que en efecto da bien su sustancia, su tela, para ser considerado como disco, es decir, que gira, y que gira exactamente para nada, este disco es exactamente lo que se encuentra en el campo, en el campo donde los discursos se especifican, el campo donde todo se ahoga, donde cada uno es capaz - igualmente capaz - de enunciarse tanto, pero por un cuidado de lo que llamaremos con muy buen título decencia, el hecho - Dios mío - lo menos posible.


Lo que constituye la base de la vida de hecho, es que todo lo que hay de las relaciones de hombres y mujeres, lo que se llama colectividad, "eso no va". "Eso no va", y todo el mundo habla de ello, y gran parte de nuestra actividad se pasa diciéndolo. Sin embargo, no hay nada serio sino lo que se ordena de otra manera como discurso, hasta e incluyendo esto: que precisamente ese vínculo, esa relación sexual en tanto que "no va", de todas formas va, gracias a una serie de convenciones, prohibiciones, inhibiciones, de todo tipo de cosas que son el efecto del lenguaje, que solo se deben tomar de esa tela y de ese registro, y que reducen muy precisamente esto, lo que de repente nos hace volver, nos hace volver como es debido, al campo del discurso.


No existe la menor realidad pre-discursiva, por la buena razón de que lo que forma colectividad, y que he llamado al evocarlo justo ahora "los hombres, las mujeres y los niños", no significa absolutamente nada como realidad pre-discursiva: los hombres, las mujeres y los niños son solo significantes. Un hombre no es nada más que un significante, una mujer busca un hombre en calidad de significante. Un hombre busca una mujer bajo un título - esto va a parecer curioso - [Risas] bajo el título de lo que solo se sitúa en el discurso, puesto que si lo que avanzo es cierto, a saber, que la mujer no es "toda", siempre hay algo en ella que escapa al discurso. [«lo que solo se sitúa en el discurso» y «lo que en ella escapa al discurso»: → a]


Entonces se trata de saber, en todo esto, qué es lo que en un discurso se produce del efecto de lo escrito. Lo saben, quizás lo sepan, lo saben en todo caso si han leído lo que escribo: el significante y el significado, no es solo que la lingüística los haya distinguido. Algo que quizás les parezca obvio, pero justamente es al considerar que las cosas parecen obvias que no se ve nada de lo que sin embargo está frente a los ojos, y frente a los ojos precisamente respecto a lo escrito.


Si hay algo que pueda introducirnos a la dimensión de lo escrito como tal, es darnos cuenta de que tanto el significado como el significante - no el significante - no tienen que ver con los oídos, sino solo con la lectura, es decir, de lo que se entiende por significado.


Pero el significado no es precisamente lo que oímos. Lo que oímos es el significante. Y el significado es el efecto del significante. Hay algo que es solo el efecto del discurso, el efecto del discurso como tal, es decir, de algo que ya funciona como vínculo.


Pues bien, es este algo que, a nivel de un escrito, efecto de discurso científico [la lingüística S/s]:

  • del S, diseñado para connotar la posición del significante,

  • y del s cuya posición se connota como el significado, esta función de posición es creada solo por el discurso mismo: "cada uno en su lugar" solo funciona en el discurso.


Bien, entre los dos, hay una barra [S1/S2]. Y puede parecer insignificante cuando escribes una barra, pero hay que explicarlo. Este término "explicar" es muy importante porque no hay manera de entender una barra, incluso cuando está reservada para significar la negación




Es muy difícil comprender qué significa, la negación. Si lo observamos un poco más de cerca, en particular nos daremos cuenta de que hay una gran variedad de negaciones, y es completamente imposible agrupar todas las negaciones bajo el mismo concepto; la negación de la existencia [ ]





no es para nada lo mismo que la negación de la totalidad [ ]




para limitarme al uso que he podido hacer de la negación.


Pero hay algo más que es definitivamente aún más cierto, y es que el hecho de añadir la barra a la notación S y s, que ya se distinguen suficientemente, podría justificarse simplemente por la distancia de lo escrito. Añadir la barra tiene algo de superfluo, incluso de fútil, y en cualquier caso, como todo lo que es lo escrito, como todo lo que es lo escrito solo se sostiene de esto: es que precisamente lo escrito no es para entenderse [sin sentido].


Es por eso que no están obligados a entender los míos. Si no los entienden es una buena señal, mejor aún, eso les dará justamente la oportunidad de explicarlos [Risas]. Pues bien, la barra es lo mismo. La barra es precisamente el punto donde en todo uso del lenguaje, habrá ocasión para que se produzca lo escrito. Si en SAUSSURE mismo, S es: barra encima de s [S/s], es gracias a eso que en "La instancia de la letra...", que forma parte de mis Escritos, he podido demostrar - de una manera que se escribe, nada más, ¿verdad? - que nada se sostiene de los efectos llamados "del inconsciente", si gracias a esta barra - si no hubiera esta barra, nada podría ser explicado - hay inconsc... hay... del significante... hay del significante - repito porque he abreviado - hay significante que pasa bajo la barra. Si no hubiera barra, no podrían ver que hay significante que se inyecta en el significado [lapsus, olvidos…].


Gracias al escrito se manifiesta, se manifiesta esto que no es más que un efecto del discurso... porque si no hubiera discurso analítico, ustedes continuarían hablando muy exactamente como los estorninos, es decir, diciendo lo que yo califico de disco-corriente, es decir, continuar el disco, el disco que continúa algo que es el punto más importante que revela solo el discurso analítico ...es saber esto, es saber esto que solo puede articularse gracias a toda la construcción del discurso analítico: es que muy precisamente, no hay...[relación sexual] vuelvo a esto puesto que después de todo es la fórmula que les repito, pero al repetírselas, aún debo explicarla porque solo se sostiene por lo escrito precisamente, y lo escrito en esto: "que la relación sexual no puede escribirse". Eso es lo que significa.


O más exactamente, que todo lo que está escrito está condicionado de tal manera que parte del hecho de que será para siempre imposible escribir como tal la relación sexual. Que la escritura como tal es posible, es decir, que hay un cierto efecto del discurso que se llama la escritura. Vean, se puede a lo sumo escribir "x R y" y decir: x es el hombre, y es la mujer, y R es la relación sexual [Risas]. ¿Por qué no? Solo que, eso es lo que les decía hace un momento: ¡es una tontería! Es una tontería porque lo que se sostiene bajo la función de significantes, de hombre y de mujer, son solo significantes, son solo significantes totalmente vinculados a ese uso corriente del lenguaje [discurso corriente - discurso corriente]. Y si hay un discurso que lo demuestra, es que la mujer nunca será captada - eso es lo que pone en juego el discurso analítico - que "quoad matrem", es decir, que "la mujer" solo entrará en función en la relación sexual en tanto que "la madre".


Eso son verdades masivas y que, cuando las examinemos más de cerca, naturalmente nos llevarán más lejos. Pero, ¿gracias a qué? Gracias a la escritura que, además, no hará objeciones a esta primera aproximación, puesto que justamente es a través de ella que demostrará que es una suplencia de ese "no-toda" sobre lo que reposa - ¿qué? - la jouissance de la mujer. Es saber que esta jouissance que no es toda, es decir, que de alguna manera la hace ausente de sí misma, ausente como sujeto, que ella encontrará el tapón de ese a que será su hijo. Y por otro lado, del lado de x, a saber, de lo que sería el hombre si esa relación sexual pudiera escribirse de una manera sostenible, sostenible en un discurso, verán que el hombre es solo un significante porque allí donde entra en juego como significante, solo entra "quoad castrationem", es decir, en tanto que tiene una relación - cualquier relación - con la jouissance fálica.


De manera que es a partir del momento en que, desde algún lugar, un discurso que aborda la cuestión seriamente —el discurso analítico—, que es a partir del momento en que lo que es la condición de lo escrito, a saber, que se sostenga de un discurso [H, U, M, A], que todo se esfumará, y que la relación sexual, nunca podrás escribirla, naturalmente en la medida en que se trate de un verdadero escrito, es decir, del escrito en tanto que es eso que del lenguaje, se condiciona de un discurso. La letra, radicalmente, es efecto de discurso.


Lo que es bueno —¿no es así, si me permiten?— lo que es bueno en lo que relato, es que siempre es lo mismo [Risas], es saber —no, claro, que me repita, no es esa la cuestión— es que lo que dije anteriormente, la primera vez, tanto como recuerdo, que hablé de la letra, lo saqué no sé cuándo, ahora no voy a buscar más, les digo: tengo horror de releerme, pero debe haber sido hace unos 15 años, en algún lugar en Sainte-Anne [La identificación, sesión del 20-12-1961], intenté hacer notar esa pequeña cosa que todo el mundo conoce por supuesto —que todo el mundo conoce cuando se lee un poco, lo que no le ocurre a todo el mundo— que un tal Sir Flinders Petrie, por ejemplo, había creído notar que las letras del alfabeto fenicio se encontraban, mucho antes del tiempo de Fenicia, en pequeñas cerámicas egipcias donde servían como marcas de fábrica. Lo que quiere decir, lo que simplemente quiere decir esto: que el mercado —que es típicamente un efecto de discurso— es allí donde primero salió la letra, antes de que nadie pensara en usar las letras. ¿Para hacer qué? Algo que no tiene nada que ver, que no tiene nada que ver con la connotación del significante, pero que lo elabora, que lo perfecciona.


Efectivamente, sería necesario abordar las cosas al nivel de la historia de cada lengua. Porque está claro que la letra china, aquella que nos fascina tanto que la llamamos - Dios sabe por qué - con un nombre diferente: "carácter", es evidente que la letra china emergió del discurso chino muy antiguo, de una manera completamente diferente a cómo emergieron nuestras letras.


Es decir, que en definitiva las letras, las letras que aquí presento, tienen un valor diferente - diferentes como letras, porque emergen del discurso analítico - de lo que puede surgir como letras, por ejemplo, de la teoría de conjuntos, es decir, el uso que se hace de ellas, y que sin embargo - ahí está el interés - no está sin tener alguna relación, cierta relación de convergencia sobre la cual seguramente tendré, en lo que será la continuación, la ocasión de aportar algunos desarrollos.


La letra como efecto, cualquier efecto de discurso, tiene esto de bueno que hace de la letra. Entonces Dios mío, para terminar, para terminar hoy lo que no es más que un inicio que tendré la ocasión de desarrollar, lo que retomaré a propósito, distinguiéndoles, discerniendo por ejemplo la diferencia que hay: – en el uso de la letra en el álgebra, – o en el uso de la letra en la teoría de conjuntos, porque esto nos interesa directamente.


Por ahora simplemente quiero hacerles notar que: se produce algo que es correlativo de la emergencia al mundo, al mundo cabe decirlo, al mundo en descomposición - gracias a Dios - al mundo que vemos ya no sostenerse, puesto que incluso en el discurso científico está claro que no hay el menor mundo, a partir del momento en que puedes añadir a los átomos algo que se llama quark, y que encuentras que... ¿Es esto realmente el verdadero hilo del discurso científico?


Debe darse cuenta de que se trata de algo diferente: se trata de ver desde dónde se habla [H, U, M, A]. Bueno, refiérase aún, porque es una buena lectura, debe empezar a leer un poco a los autores, no diré de su tiempo - no le diré que lea a Philippe Sollers, es ilegible, como yo, sí - lea a Joyce, por ejemplo. Entonces verá cómo empezó a producirse. Verá que el lenguaje se perfecciona y sabe jugar, y sabe jugar con la escritura. Joyce, yo estoy de acuerdo en que puede no ser legible. ¡Ciertamente no es traducible al chino! Pero, ¿qué es Joyce? Es exactamente lo que le dije hace un momento: es el significante que viene a trufar el significado.


Joyce es, es un largo texto escrito - lea "Finnegan's Wake" - es un largo texto escrito cuyo sentido proviene de esto: es que es debido a que los significantes se encajan, se componen si quiere, para hacer imagen, para aquellos que ni siquiera tienen la idea de lo que es, se telescopen, que es con eso que se produce algo que, como significado, puede parecer enigmático, pero que es bien lo que está más cerca de lo que nosotros, los analistas, gracias al discurso analítico, sabemos leer, que es lo que está más cerca del lapsus. Y es en calidad de lapsus que significa algo, es decir, que se puede leer de infinitas maneras diferentes.


Pero es precisamente por eso que se lee mal, o que se lee de manera torcida, o que no se lee. Pero esta dimensión del "leerse", ¿no es suficiente para mostrar que estamos en el registro del discurso analítico? Que lo que se trata en el discurso analítico, es siempre: a lo que se enuncia del significante, que le den otra lectura a lo que significa.


Pero es ahí donde comienza la pregunta, porque, veamos, para hacerme entender tomaré una referencia en lo que usted lee en el gran libro del mundo. Por ejemplo, ve el vuelo de una abeja. La abeja vuela, va, poliniza, va de flor en flor. Lo que aprende, es que va a transportar en sus patas el polen de una flor al pistilo, y al mismo tiempo a los huevos de otra flor. Eso, es lo que lee en el vuelo de la abeja, o cualquier otra cosa.


Ves... no sé... algo que de repente llamas, así: un vuelo de pájaros volando bajo, lo llamas un vuelo, es en realidad un grupo, un grupo en un cierto nivel del cual lees que va a haber tormenta. Pero, ¿ellos leen? ¿La abeja lee que sirve para la reproducción de las plantas fanerógamas? ¿El pájaro lee el augurio de la fortuna, como se decía antiguamente, es decir, de la tormenta? Ahí está toda la cuestión.


No está excluido después de todo que la golondrina no lea la tormenta, pero tampoco es seguro. Lo que hay en el discurso analítico, es que el sujeto, el sujeto del inconsciente se supone, se supone que sabe leer. Y eso no es nada más, tu historia del inconsciente. Es que no solo se supone que sabe leer, sino que se supone que puede aprender a leer. Solo que lo que le enseñas a leer entonces no tiene absolutamente nada que ver, en ningún caso, con lo que puedes escribir sobre ello.


Traducion - Dr. Oliver Salas




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