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Un Análisis de la Premisa Lacaniana

Actualizado: 13 ago


La propuesta de hoy es revisar la formulación Lacaniana, "el inconsciente está estructurado como un lenguaje", una premisa que forma parte de la axiomática de su paradigma, incluso de su núcleo central y que Lacan sostuvo hasta el final de su enseñanza.


Esta afirmación podríamos decir, es el corazón o el espíritu mismo de la enseñanza de Lacan, y constituye el legado que más allá de las diversas lecturas que se hicieron de su obra o que se harán, quedará para la práctica psicoanalítica.

El hecho de recordar a los psicoanalistas que su praxis es de palabras, que no hay otro garante, que no hay que buscar en las energías o sustancias el fundamento de la práctica, porque el lenguaje mismo es una materialidad.


Es realmente impactante la marca que ha dejado este recordatorio Lacaniano, al punto que otras corrientes del psicoanálisis se han visto influidas por esta importancia crucial que Lacan le otorga a la palabra.


Como sabemos, Freud produjo un corte epistemológico al situar la causa de los síntomas, en lo que él denominó en ese momento la vida psíquica. Pero Lacan extremó la hipótesis al sostener que son los efectos estructurales del lenguaje los que ocupan un lugar causal.


Al producir esto, se genera una pérdida originaria para el ser hablante, que formalizó como el objeto a. 

En lacan hay un registro de sufrimiento que puede ser abordado por el psicoanálisis en la medida en que el dispositivo recurre al mismo material que lo produce, es decir, lo simbólico.


La premisa de que "el inconsciente está estructurado como un lenguaje" fue sostenida por Lacan desde el inicio hasta el final de su enseñanza, muy lejos de lo que ha circulado en ciertos ámbitos de formación tanto universitarios como institucionales, en los que, de unos años a esta parte, ha habido una obstinación por rebajar la importancia fundamental que tiene el significante en la obra del autor francés.


Esto bajó la interpretación de que supuestamente en los últimos seminarios Lacan habría privilegiado el registro de lo real, pero esto es algo que puede refutarse de una forma muy concreta, porque sólo basta leer a Lacan sin prejuicios, en definitiva como le dé un psicoanalista, para encontrar a cada paso en sus seminarios y en sus escritos este verdadero fundamento que constituye el significante para la estructuración del sujeto y por lo tanto para la praxis psicoanalítica.


Por ejemplo, si se trata de citar los seminarios del último periodo de su vida, en el Seminario L'insu, en la tercera sesión fechada el 11 de enero de 1977, Lacan afirma que el inconsciente participa del equívoco y que fue justamente eso lo que lo condujo a adelantar que el inconsciente está estructurado como el lenguaje.


Dice allí, "Es lo que articulé desde siempre, que el inconsciente se trata de significantes." Lo cierto es que en el año 1953, Lacan sitúa el comienzo de su enseñanza con Función y campo de la palabra y del lenguaje, un escrito en el que se reconocen las marcas de Claude Lévi-Strauss y Roman Jakobson, a quienes en esa época frecuentaba y que da lugar al inicio de una transmisión del psicoanálisis que se va a extender durante casi 30 años.


Y cuatro años más tarde, en 1957, en Instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud, nuestro autor va a recurrir a la lingüística estructural de Ferdinand de Saussure y Roman Jakobson para producir la formalización de la fórmula que vamos a comentar hoy.


Esta idea de que el inconsciente se encuentra estructurado como un lenguaje, Lacan la venía elaborando desde el Seminario 3: Las psicosis. Por ejemplo, en la sesión del 14 de marzo de 1956, va a decir, "Es imposible explicar nada en los rodeos de Freud, si no es porque el fenómeno analítico en cuanto tal, cualquiera sea, tiene que estar estructurado como un lenguaje."

Este es el sentido en que podemos decir que es una verdad fenoménica y la más reveladora de las relaciones del hombre con el ámbito del lenguaje. Todo fenómeno analítico, todo fenómeno que participa del campo analítico, del descubrimiento analítico, de aquello con que tenemos que vernos en el sitio, la neurosis, está estructurado como un lenguaje, dice Lacan.

Y termina afirmando, "Quiere decir que es un fenómeno que siempre presenta la duplicidad esencial del significante y del significado." Hasta allí la cita de Lacan y como veremos, esta idea de duplicidad es la que va a cobrar importancia crucial en sus formulaciones sobre el inconsciente.

Vamos a detenernos entonces en el escrito Instancia de la letra en el inconsciente, que como ustedes saben, está publicado en Escritos 1. Lacan comienza anunciando que es la palabra la que le brinda al psicoanalista su instrumento en la experiencia, le brinda su marco, su material, pero incluso más allá, esa palabra es toda "la estructura del lenguaje" lo que la experiencia psicoanalítica descubre en el inconsciente.


Lacan va a agregar que esto alcanzaría para alertar sobre la idea de que el inconsciente es la sede de los instintos. Por supuesto, que esta referencia al instinto puede parecer exagerada, pero recordemos que era una alusión a la disputa teórica que Lacan mantenía con las lecturas biologizantes de la obra freudiana.


De hecho, el concepto de pulsión era traducido como instinto y fue justamente contra esa versión materialista o energética contra la que, según él mismo afirmó, lanzó su enseñanza. Esto es algo que en definitiva tiene mucha actualidad porque dentro del lacanismo esta perspectiva biológica ha retornado, quizá como síntoma que tendríamos que intentar leer.


La lógica que nos presenta Lacan en Instancia de la letra prosigue con la idea de que cada sujeto hace su entrada al lenguaje que lo preexiste y que, siendo este constitutivo, el psicoanalista haría bien en estudiar las leyes que lo estructuran.

*Para esto va a tomar como modelo a la lingüística estructural en la que el lenguaje, afirma Lacan, "conquistó el estatuto de objeto científico desde el momento en que logró formalizar un algoritmo fundante."

El algoritmo al que hace referencia Lacan es el que sitúa el significante en relación al significado, dos órdenes separados por una barrera resistente a la significación, va a decir. Lacan toma este algoritmo que había presentado Saussure y podríamos decir que lo interviene.


Es decir que lo modifica al invertir los términos de su escritura, colocando al significante por encima del significado y afirmando que para el psicoanálisis lo esencial es subrayar la idea de que no hay una relación biunívoca entre el significante y el significado.





No hay un funcionamiento de los términos como signos, sino que la significación adviene como producto de la articulación entre los significantes. Por eso para Lacan, el psicoanalista en su práctica prescinde de la noción de signo como una entidad cerrada que une un concepto con una determinada imagen acústica.


Porque lo que rige la significación es la articulación del significante en términos de cadena. Y esta va a ser una de las ideas centrales de su paradigma. Por un lado, la primacía del significante en la producción del sentido.





Es decir, el sentido se produce como un efecto de la articulación en cadena de los significantes. No hay sentidos dados o que se puedan considerar como establecidos por anticipado, como sucede en el signo.


Sino que es el encadenamiento significante, el que retroactivamente, y en función de la aparición de nuevos términos, y por la puntuación, lo que va a promover el efecto de sentido. 



A modo de digresión, digamos que este señalamiento de Lacan es de crucial importancia para pensar tanto nuestra práctica clínica, como muchos de los conceptos de nuestra teoría.


En cuanto a nuestra práctica clínica, por ejemplo, pensemos en la importancia de la función de la temporalidad, la necesaria apertura del analista, para que se despliegue una cadena significante que permita intervenciones, cortes, puntuaciones, siempre en función de este texto particular que el analizante despliega.


Porque en caso contrario, en caso de que el psicoanalista inyecte sentidos por anticipado a la manera de signos, por ejemplo, "hay que mandar al obsesivo al acto", "el obsesivo es varón", "la histérica es mujer", "solo hay dos sexos dados por la biología", y muchísimos otros prejuicios, esto implicaría operar sobre signos, y no sobre una cadena significante, de la que todo analista ignora lo que allí se va a articular en su desarrollo temporal.

Por otro lado, en cuanto a nuestra teoría, la primacía del significante en la producción del sentido, también debería conducirnos a estar atentos sobre el significado que le damos a ciertos conceptos.


Por ejemplo, en la medida en que la teoría toma texto de la época, fundamentalmente en cuanto a las nociones vinculadas a la sexuación, de no considerar los cambios que se producen en la trama discursiva sociocultural respecto de las posiciones sexuadas, el psicoanálisis podría transformarse en un sistema taxonómico en el que la teoría aportaría signos con significados ya preestablecidos o como en una tabla de mandamientos religiosos, como decíamos, "los sexos son dos", "las mujeres son esto o aquello," etc. 


Cuando en realidad los conceptos de psicoanálisis también tendrían que ser considerados como significantes que se encadenan entre sí tanto dentro de la teoría como en relación con la cultura y por lo tanto estarán sometidos a posibles modificaciones.




Volvamos entonces a lo que veníamos desarrollando en torno al escrito Instancia de la letra. 


Tenemos por un lado la primacía del significante en la producción del sentido. Lacan afirma que "la significación remite a otra significación" y eso lo conduce a subrayar la dimensión de cadena del significante.


Los significantes son elementos que en sí mismos no significan nada, sino unos en relación a los otros. Por lo tanto, es en la cadena significante que se produce el efecto de sentido. Esta concepción de cadena es, entonces, la otra dimensión central en el paradigma lacaniano.


No solamente porque ya muy avanzada su enseñanza va a plantear que los tres registros están articulados como una cadena borromea, sino porque la noción misma de cadena le da su estatuto al inconsciente.






En el texto que estamos siguiendo es aquí que aparece esa imagen que utiliza Lacan para designar esta estructura. "Anillos, cuyo collar se sella en el anillo de otro collar hecho de anillos." No solo que es una bella forma de decirlo, sino que da justo en el punto de lo que Lacan pretende desarrollar respecto del inconsciente.


Es decir, que para Lacan, el inconsciente no está en un lugar. No es lo profundo. No es algo que se vincula con la conciencia como su opuesto. Ya no se trata del aparato psíquico constituido por tres instancias: consciente, preconsciente, inconsciente, sino que es algo que se produce en la articulación significante, pero en el sentido más pleno de producción.

Lo inconsciente se produce en acto.





Es por eso que el título, Instancia de la letra, si bien Lacan no lo afirma en el texto, podría ser interpretado en el sentido de que en su paradigma no se trata de las instancias freudianas yo, ello, superyó, sino de la instancia de la letra.


Para brindar el argumento formalizado de esta estructura del inconsciente en términos de cadena, Lacan recurre a los desarrollos de Roman Jakobson sobre el lenguaje. Según Lacan, en el libro Fundamentos de Lenguaje, es que para el lingüista ruso "todas las lenguas presentan las mismas leyes para su ejecución."


Resumiendo lo que afirma Jakobson en lo siguiente: El acto de hablar requiere que aquellos que intervienen en él utilicen un código común. Hablar supone seleccionar determinadas entidades lingüísticas y combinarlas en unidades de un nivel de complejidad más elevado.


Por ejemplo, cuando el hablante selecciona palabras y las combina formando frases o cuando las oraciones las combinan en enunciados. El hablante no está totalmente libre en su elección de palabras, sino que tendrá que elegir de entre las que le ofrece el repertorio léxico que tiene en común con la persona a quien se dirige.





Por lo tanto, afirma Jakobson, al hablar utilizamos determinadas unidades codificadas acordadas, que seleccionamos y combinamos. La selección de palabras se hará según un eje vertical denominado paradigmático, mientras que la combinación tendrá lugar en un eje horizontal a nivel de la frase concreta.


Esto quiere decir que el hablante selecciona los términos del código para combinarlos según leyes sintácticas preestablecidas. Por lo tanto, al seleccionar las palabras, también se dará una operación de sustitución posible, de una palabra por otra.





Hay una elección de entre las palabras del código, mientras que en la combinación será una palabra en conexión con otra. Es decir, que para resumir lo que tomará Lacan de Jakobson, las lenguas se estructuran en base a dos leyes, selección y combinación.


La selección dará lugar a la metáfora, una palabra por otra, en tanto que la combinación de términos a nivel de la frase será del orden de la metonimia, la conexión de los términos entre sí. Esta estructura universal del lenguaje es la que dará su estatuto al inconsciente como cadenas de significantes que se seleccionan y se combinan en la vertical y en la horizontal.




Pero justamente por esto, Lacan dirá que "no se trata de una sola cadena, es decir, la articulación concreta de la frase, sino que a esa cadena, a la cadena de palabras efectivamente formuladas, siempre y de forma estructural, se le va a suponer en su articulación otra cadena, la de los términos que se seleccionan y sustituyen.



Por lo tanto, cuando aparece en el enunciado un lapsus, una palabra por otra, podríamos suponer que ese término proviene de otra cadena. Es por eso que unos años más tarde, en el escrito Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano (1960), Lacan va a decir que el inconsciente es una cadena de significantes.


Lacan: "El inconsciente a partir de Freud es una cadena de significantes que, en algún sitio, en otro escenario, se repite e insiste para interferir en los cortes que le ofrece el discurso efectivo y la cogitación que él informa."


Lacan: "Pero la linealidad... que Saussure considera como constituyente de la cadena del discurso, conforme a su emisión por una sola voz y a la horizontal en que se inscribe nuestra escritura. Si es en efecto necesaria, no es suficiente."

Basta con escuchar la poesía para que se haga escuchar en ella una polifonía y para que todo discurso muestre alinearse sobre los varios pentagramas de una partitura. Una polifonía, dice Lacan, y los varios pentagramas de una partitura, una bella y poética forma de designar al inconsciente y a la duplicidad que este supone.

April is the cruellest month,

breeding Lilacs out of the dead land,

mixing Memory and desire,

stirring Dull roots with spring rain.

Winter kept us warm,

covering Earth in forgetful snow,

feeding A little life with dried tubers.


Un ejemplo clásico de esta idea se encuentra en el poema "The Waste Land" de T.S. Eliot. Este poema es conocido por su estructura fragmentaria y su uso de múltiples voces y referencias culturales, creando una "polifonía" en la que diferentes personajes, narradores y alusiones literarias se entrelazan.


Lacan va a anunciar que lo que denominamos inconsciente tiene esta estructura. Se manifiesta en el acto mismo de la palabra. No es algo profundo, oscuro o olvidado, sino que son cadenas articuladas.


Es la duplicidad de todo término lo que va a acentuar Lacan.



  • Una duplicidad que se multiplica, porque el sentido insiste en la cadena, pero dirá: "Ningún término consiste en la significación." De esta manera, a nivel clínico, un análisis comienza a cobrar forma cuando pueden producirse articulaciones entre escenas, escenas que en sí mismas tendrán el estatuto de significantes.


Es decir, que en cuanto tales no significan nada, sino en relación con otras escenas del mismo texto. Por ejemplo, alguien consulta por un problema de pareja, pero ese problema se repitió en otras parejas anteriores y finalmente se advierte que se trata de la misma escena que la relación de pareja de los padres.


Es decir, hay todo un encadenamiento de escenas, de palabras que se entraman en los actos sintomáticos y que van a dar lugar a las lecturas posibles por parte del analizante y del analista.


La operatoria del analista, va a afirmar Lacan, es de lectura, es decir, de pura articulación de escenas de palabras en una entrelíneas, por lo que no dar sentido implica la apertura a la duplicidad de todo término, bajo la suposición de que las conexiones que se produzcan no son caóticas ni azarosas. 





Para terminar con esta breve introducción del tema, me interesa subrayar una cuestión terminológica respecto del inconsciente y tiene que ver con el hecho de que su denominación tradicional como "el inconsciente" nos ha conducido a sustancializarlo y espacializarlo, es decir, aún habiendo leído todos los desarrollos lacanianos,

tendemos a concebir el inconsciente en oposición al preconsciente y al consciente como si fuera parte de un sistema, el aparato psíquico. 


Cuando en realidad Lacan nos propone otro paradigma, que como veíamos no hace uso de instancias psíquicas como el modelo de S. Freud, sino que atribuye a la estructura del lenguaje una duplicidad que dará lugar al funcionamiento de cadena y por lo tanto de la otra escena de todas las escenas.


Extracto por Dr. Oliver Salas


  • Leer a Lacan por Sebastián Sica.


  • Seminario I: Los escritos técnicos de Freud (1953-1954): En este seminario, Lacan empieza a establecer las bases de su lectura de Freud, introduciendo por primera vez la idea del inconsciente estructurado como un lenguaje.

  • Seminario II: El Yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica (1954-1955): Aquí, Lacan explora cómo el lenguaje interviene en la formación del inconsciente y empieza a desarrollar la noción de que las formaciones del inconsciente (como los lapsus, los sueños, etc.) funcionan de manera similar a la estructura del lenguaje.

  • Seminario III: Las psicosis (1955-1956): En este seminario, Lacan examina cómo las psicosis ofrecen un campo privilegiado para entender la estructura del inconsciente y su relación con el lenguaje.

  • Seminario V: Las formaciones del inconsciente (1957-1958): Este seminario es crucial porque aquí Lacan profundiza en la articulación de sus ideas sobre el inconsciente y el lenguaje, abordando específicamente cómo los síntomas, chistes, sueños y actos fallidos son formaciones del inconsciente que obedecen a las leyes del lenguaje.

  • Seminario XI: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (1964): Este seminario es central para entender el desarrollo de la teoría lacaniana del inconsciente. Lacan expone en profundidad los conceptos de lo real, lo simbólico y lo imaginario, y cómo el lenguaje estructura la experiencia del sujeto.

  • Seminario XX: Aun (Encore) (1972-1973): En este seminario, Lacan vuelve sobre la relación entre el lenguaje y el goce, refinando aún más su teoría sobre el inconsciente y su estructura.




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