áurea (φ
- Dr. Oliver Salas
- 26 abr
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áurea (φ) y su estructura recursiva, que converge hacia el infinito manteniendo una lógica constante entre sus partes.

Círculos y segmentos
Dos arcos (uno rojo y uno azul) representan una descomposición geométrica de un segmento unitario (1) más un segmento menor (a), cumpliendo la proporción.
Los arcos sugieren que esta relación puede repetirse infinitamente, como en la espiral áurea.
Diagramas rectangulares recursivos
La figura inferior muestra una construcción de rectángulos que se dividen sucesivamente siguiendo la proporción áurea.
Colores alternados (azul y rojo) simbolizan cómo se mantiene la proporción en cada división.
Esta descomposición recursiva es una representación visual de la serie continua que converge a φ, pero al mismo tiempo desciende hacia el infinito, sin romper la lógica de la proporción.
El símbolo central: ∞ y 1 enlazados
En la parte inferior aparece el lazo que une el infinito (∞) con el uno (1), mostrando cómo en esta estructura, lo uno se enrosca con lo infinito, como si uno generara infinito y viceversa.
Esto tiene implicaciones simbólicas, filosóficas y hasta topológicas: la forma sugiere una cinta de Moebius, donde no hay inicio ni fin, y el borde se continúa consigo mismo.
Interpretación simbólica y lacaniana
Si lo deseás desde Lacan, esta imagen puede leerse como una representación del matema del deseo, donde el deseo es una estructura recursiva, interminable, que se despliega entre un Uno estructurante y un infinito de objetos a. El lazo entre el 1 y el ∞ puede ser leído como el fantasma ($ ◊ a): una repetición estructurada entre la falta y su imposibilidad de completarse.

La topología del deseo: la banda de Moebius y el lazo 1–∞
En la parte inferior de la imagen, la figura une el número 1 con el símbolo de infinito (∞) mediante un trazo que remite visualmente a una banda de Moebius. Esta forma topológica no tiene ni interior ni exterior, ni anverso ni reverso, y sugiere una torsión del espacio tal como Lacan la propone en el Seminario 22 (R.S.I.) y en La Tercera.
El número 1, aquí, puede entenderse como el Uno de goce, ese goce que no se deriva de la demanda, sino que aparece como resto, como sinthome. El ∞, por su parte, remite al carácter interminable de la cadena significante, de la búsqueda del objeto que nunca es el adecuado. Esta estructura corresponde con el fantasma ($ ◊ a), donde el sujeto se sitúa en relación a un objeto que no está, pero cuya falta organiza la repetición.
Matema del deseo y recursividad de la falta
La parte central de la imagen muestra una descomposición de rectángulos que se repiten, reducen y prolongan en profundidad. Cada división mantiene la proporción áurea: el “pequeño resto” se convierte en nueva unidad de medida. Esta estructura recursiva articula la operación del fantasma como montaje, donde el objeto a aparece como causa de deseo, pero también como efecto del significante.
La reducción de los espacios sugiere que cada vez hay “menos” objeto, y sin embargo, el deseo persiste, impulsado por esta misma carencia. Esto es lo que Lacan señala en el Seminario 11:
“El deseo no se satisface, se mantiene como estructura.”
La repetición no lleva al cierre, sino a una insistencia: una topología del corte. El sujeto se constituye como efecto de ese corte, y la imagen muestra cómo este corte no cesa de escribirse.
Lógica del Uno sin Otro: torsión del sentido
Desde La Tercera, Lacan propone que el Uno no presupone al Otro. Este Uno de goce, fuera del lenguaje, se sostiene como marca real, no como significación. En la imagen, el número 1 no es solo un punto de partida, sino el lugar desde donde se torsiona el espacio hacia lo infinito. Así, se forma un circuito cerrado: no hay meta final, sino torsión y consistencia.
Este Uno también puede entenderse como el sinthome: una forma que anuda lo real, lo simbólico y lo imaginario en un punto que no se interpreta, sino que se soporta. La imagen, al evocar esta lógica infinita, sugiere que el sujeto no busca un sentido, sino un modo de sostener su existencia a través de una forma singular.
El deseo como estructura de la proporción imposible
El conjunto de la imagen puede leerse como un grafo alternativo del deseo. En lugar de una cadena lineal de significantes, se nos presenta una figura topológica donde el corte genera consistencia, y donde lo que se repite no es el objeto, sino su imposibilidad. Esta lógica puede formularse así:
El deseo es una proporción que nunca se resuelve.
El objeto a no es un referente, sino un resto.
El sujeto se sostiene como torsión entre el Uno y lo Infinito.
El fantasma organiza esta estructura en forma de circuito, no de significado.
Por tanto, la imagen no solo ilustra una propiedad matemática: representa la estructura misma del inconsciente como bucle, como espiral, como proporción que no cesa.
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